El pandoro, de hecho, es más similar al pan aunque enriquecido con mantequilla, vainilla y yemas de huevo. Su predecesor histórico se llamaba libum, fue registrado por primera vez en época romana y utilizaba miel en lugar de vainilla como dulcificante y no se utilizaba levadura. La receta fue reescrita alrededor del año 1200 en la zona de Verona, donde se da a conocer como Nadalin- y de nuevo cuando los vainas de vainilla fueron algo común, gracias a las rutas comerciales orientales provenientes de Venecia.
Aunque si el pandoro puede consumirse ‘tal cual’ (o con un poco de azúcar glasé), la mayoría de los italianos lo utilizan como base para complejos dulces navideños. Normalmente, se sirve acompañado de salsas dulces o relleno de chocolate fundente y frutos del bosque. La salsa más usada tiene una base de mascarpone y se suele utilizar, también, como relleno. Si por casualidades de la vida, pasáis cerca de Verona en el periodo navideño, debéis recordar que su población está aun resentida de la adopción del pandoro como una tradición nacional, y tienden evitarlo en favor del nadalin tradicional.