El nombre de la ciudad parece estar ligada a la invención del jabón, que tuvo lugar aquí a partir del aceite de oliva, símbolo de la Liguria occidental. Muchos son los puntos de interés en la ciudad y en la zona del puerto y en el centro. Para señalar la entrada en el corazón del casco antiguo, en el lado de la Vecchia Darsena se encuentra la Torre Brandale y, un centenar de metros más adelante, está la Cattedrale di Nostra Signora Assunta, un edificio del siglo XVI cuya nave derecha conduce a un claustro que da a la Capilla Sixtina construida por el Papa Sixto IV.
Savona tiene una tradición culinaria basada principalmente en productos de la tierra, incluyendo un excelente aceite de oliva virgen extra que viene de diferentes variedades de aceitunas (arnasca, pignola y taggiasca), verduras y frutas particularmente valiosas, muchas plantas aromáticas. Destacan también el ajo de Vessalico y sus setas, trufas, carnes y quesos. Típica de la ciudad es la «farinata bianca«, que se diferencia de la de Liguria porque no está hecho con harina de garbanzo sino con harina de trigo. Si estas buscando el templo de comida tradicional, Vino e Farinata en via Pia es el lugar para ti, un antiguo y típica local de la zona que rezuma historia y tradición.
Para comer recomendamos el excelente restaurante Barbarossa, que acoge a los huéspedes en habitaciones con estilo medieval, con techos con grandes bóvedas y candelabros de madera e hierro que combinan con un sencillo mobiliario refinado. Con todo esto, la ciudad del chinotto (fruto típico de la zona), se ha convertido en el presidio del Slow Food, los platos de la tierra coexisten con las del mar; si quieres disfrutar de tus sentidos con las especialidades del mar, reserva mesa en el restaurante A Spurcacciuna, encantador lugar romántico donde el pescado (siempre fresco y de calidad) es el protagonista de refinados platos preparados con esmero y creatividad. También merece una visita la Osteria Bacco, la cual durante 31 años es el punto de referencia histórico de la cocina Savona, ofreciendo especialidades de pescado como el bacalao frito y los raviolis de pescado, todo acompañado por los mejores vinos de Liguria y una bondad y simpatía contagiosas.
Después de un paseo por la Darsena, en la terraza del Crescent, se puede disfrutar de la frescura y la bondad de un helado de Gelig, una tienda de helados que sirve helado (y no sólo) artesanal hecho con materias primas de alta calidad y con una gran trazabilidad de los ingredientes. Entre las especialidades, el helado de chinotto, la ricotta con miel de acacia y piñones, el zabaione de moscato hecho con amaretto aplastado de Sassello y pistachos puros de Sicilia.