Debemos, por lo tanto, ir de nuevo al principio del año 1500 para encontrar las raíces de este manjar, cuando España comenzó a importar cacao a Europa desde el nuevo continente. Inicialmente, imposibles de conseguir fuera de las fronteras españolas, la bebida se consumía solo en forma líquida y fue únicamente una prerrogativa de reyes y nobles. Sin embargo, durante este tiempo, el sur de Italia estaba bajo el dominio español. De este modo, el cacao fue llevado al condado increíblemente grande y potente de Modica, donde no solamente con la elaboración del cacao estaba a 50 años por delante del resto del continente, sino también por ser los primeros en reproducir el diseño original de la tableta sólida hecha por los aztecas (entonces inexistente), una práctica que todavía se hace exclusivamente en la pequeña ciudad de Sicilia.
Este procesamiento se realiza en el frío y excluye la llamada fase de conchado. Las semillas se desmenuzan en diferentes grosores con una piedra especial llamada metate que tiene forma de medialuna y el uso de clavos de piedra rodante (llamados pistuni) varia en función del espesor que se obtienen en las operaciones del mecanizado, ya que este procedimiento se repite hasta tres veces.
El resultado de este proceso importante es un producto único, que se caracteriza por una textura desmenuzable, de una textura granulosa debido a la presencia de cristales de azúcar enteros. Finalmente, vale la pena mencionar la ausencia total de sustancias extrañas (leche, grasa vegetal). Un dulce, sabroso e inimitable, otro gran ejemplo de la cocina Made in Italy, sin el cual habríamos perdido este sabor crudo, único e inimitable cuyo origen se pierde en los siglos.