Fue también en esta ciudad donde también murió en 1321 el gran poeta de Italia, Dante Alighieri, cuyos restos todavía descansan en la basílica de San Francisco. Teniendo en cuenta todo esto, es normal que se la considere una de las ciudades culturalmente más ricas de la península. Entre sus muchas maravillas sin duda destaca, sobre todo, la magnífica basílica de San Apolinar Nuovo, construida en el 505 por Teodorico junto a su palacio, entre los más famosos y artísticamente de Italia. Originalmente utilizada como iglesia palatina, después de la conquista bizantina fue consagrada al culto ortodoxo y, desde el siglo IX, las reliquias de San Apolinar fueron transferidas aquí desde la basílica de Classe, en esa ocasión recibiendo el nombre de Sant’Apollinare nominándola «Nueva» para distinguirla de otra iglesia del mismo nombre que se encontraba en aquel momento en la ciudad.
La basílica tiene una fachada a dos aguas, enmarcado por pilastras y atravésado por una ventana ojival coronada por dos pequeñas ventanas. Originalmente, tal vez fue un quadripórtico, pero en la actualidad está precedido por un simple y armonioso pórtico de mármol del siglo XVI. En el lado derecho se encuentra el magnífico campanario cilíndrico, típico de Ravenna y otros edificios que datan del siglo noveno o décimo. Los pilares solemnes son de mármol blanco y crean un fuerte contraste con la oscuridad del edificio en sí, dando un efecto original, pero muy armonioso. Dentro sobrevive la decoración del mosaico maravilloso del antiguo edificio, conocido en todo el mundo, ya que desde el punto de vista estilístico, iconográfico e ideológico permite seguir la evolución del mosaico de la iglesia a través de las edades y las distintos dominación extranjera e italianas. Las 26 escenas representadas, a partir del período de Teodorico, representan el mayor ciclo monumental de Nuevo Testamento y, ente los elaborados en mosaico, encontramos los más antiguos hasta la fecha de hoy.
Gracias al ciclo del imponente mosaico y su estructura arquitectónica particular, debido a la mezcla de diferentes corrientes artísticas determinadas por diferentes gobernantes y períodos históricos, la basílica es ahora una perla entre las más populares de Ravenna y otra reliquia del ya inmenso patrimonio artístico del Belpaese.