La historia de Silvia Povelato es la historia de una joven que trabajó incansablemente día tras día para dar vida a un proyecto que había imaginado y diseñado en su mente. Ella misma se define como una emprendedora social, pero creo que es mucho más.
Silvia nació en Rovigo, pero vive en Mogliano Veneto, en la provincia de Treviso desde hace más de veinte años. Hasta hace poco años trabajaba en el turismo. Después del nacimiento de su hijo decidió dejar su trabajo y dedicarse a criar a su hijo, que tenía algunos problemas de salud.
Le pregunto cómo hizo para volver al mundo del trabajo y confiesa que las lenguas y conocer mucha genet le fueron de gran ayuda. Fruto de una de estas amistades es el hecho de que ha encontrado su propio camino en la vida, siguiendo su pasión y esperando la llegada de un futuro mejor. De este modo, y por casualiudad, se encontró dentro del maravilloso mundo de los vinos.
¿Cómo empezó esta aventura?
“Prácticamente desde cero. No tenía ninguna experiencia en el sector y nunca había trabajado en el ámbito social, solamente fui voluntaria. Tengo 43 años y hasta hace poco me encargaba de satisfacer las necesidades de una cliente muy exigente que viajaba a Venecia. Hablo inglés, alemán y español porque los he estudiado y he vivido muchos años en el extranjero, luagres en los que llevaba los intercambios culturales entre los países. Nada que ver con los vinos. El nacimiento de mi hijo me cambió la vida y después de una larga ausencia laboral tuve que buscarme la vida”.
¿Y luego?
“Un encuentro casual cambió el rumbo de mi vida profesional para siempre. En una fiesta con amigos conocí a un talentoso emprendedor neocelandés que estaba en Italia con su familia para negociar la compra de la mitad del Casino de Venecia. Me pidió que le ayudara como intérprete, ya que desconocía el italiano. La venta del Casino no se concluyó y eso fue lo que determinó el inicio de mi aventura en el mundo de los vinos, ya que me pidió que lo secundará en una empresa de exportación de vinos vénetos a Londres”.
“Negociaba con las mejores bodegas y dirigía la parte comercial en Italua, mientras su hija, que vivía en Londres, se encargaba de la clientela internacional. El negocio prosperó durante dos años, momento en el que decidió vender la empresa. En ese momento había caído presa de las redes del mundo de la viticultura y tomé el puesto de directora comercial en una importante empresa de la zona. Esta empresa no siguió adelante y en aquel momento empecé a pensar en crear un proyecto propio. Durante todo mi recorrido buscando colaboradores propuse mi proyecto a una empresa que supo satisfacer mis necesidades y que me ayudó económicamente.”
Háblame del proyecto
“Mi atención se centra en un estilo de vida sano, biológico y biodinámico, y mi interés por lo social se refleja en “Mosaico”. Mosaico es como un hijo para mí: es una red distribuidora compuesta por varias cadenas italianas que tienen el valor añadido de lo social. De este modo, después de haberlas seleccionado cuidadosamente, he viajado por toda Italia, incluídas las islas, para visitarlas y pasar tiempo con sus empleados. Quería saber cómo trabajaban , cuál era su misión social y si esa misión era real. Finalmente, las he agrupado creando esta realidad”.
¿Cuál es la singularidad de Mosaico?
“El hecho de que todas las empresas con las que colaboro tienen en su plantilla trabajadores con dificultades cognitivas, físicas o sociales, o son simplemente personas de una cierta edad que lo han perdido todo y no saben cómo volver a empezar. Defino a estas personas “únicas”. Esto, junto a la selección de bodegas de alta calidad, me pareció el ejemplo perfecto de calidad italiana. Una calidad que, en un discreto segundo plano, produce valor, trabajo y autenticidad. El cuidado en la recogida y transformación de los productos de la tierra es muy escrupulosa. no sigue los ciclos industriales, si no una serie de reglas que respetan el ritmo natural de la vid y el proceso de producción para ofrecer a los clienetes un producto realmente único. Es muy duro para un emprendedor seguir el trabajo de una bodega, pero ver que dedican su tiempo a otras personas con dificultades y les enseñan un oficio, lo encuentro realmente admirable y digno de ser mostrado al mundo.
¿Por qué el nombre ‘Mosaico’?
“Es la fusión de muchas empresas que con paciencia y amor enseñan un trabajo; además, algunos chicos con síndrome de Down son definidos como “Niños Mosaicos”. Me parecía el enblema más representativo”.
¿A dónde quieres llegar?
“ A crear una empresa verdaderamente social. Actualmente en Italia no hay una ley clara sobre el tema. Sinceramente tengo dos objetivos que me gustaría cumplir: crear una empresa con trabajadores con dificultades cognitivas o físicas y que la elección del vino por parte del cliente se base en una motivación humana. Este es el mensaje final que quisiera transmitir al mundo. Mientras tanto, quisiera crear una distribución propia con la ayuda de algunos coordinadores. mis clientes, entre los que se encuentran grandes restaurantes, están muy entusiasmados tanto con la iniciativa como con los vinos”.
Hemos querido contar esta historia porque también en Italian Traditions queremos que el amplio mosaico de mujeres emprendedoras y valientes sean reconocidas y admiradas por todos sin hacer comparaciones con los hombres o sin disminuir su trabajo y su esfuerzo.