Ya durante la época de la primera guerra mundial, en el verano de 1915, la transición de la pequeña empresa para la gran industria fue evidente. La gama de productos se amplió y aparte de los confetti se añadieron otros tipos de dulces a la producción, incluido el chocolate y el cacao en polvo. En este punto, la empresa se trasladó a la nueva fábrica en Fontivegge, equipado con la más moderna maquinaria. Después de algún tiempo se amplió su clientela y la compañía aumentó el número de tiendas al por menor y la mejora de la eficacia tanto en el sector de marketing como el de comunicación. En los años siguientes, la marca dio a luz al famoso Bacio Perugina una verdadera institución de la confitería del Belpaese, las primeras cajas de bombonones e idearon sorteos a través de la radio que tuvieron gran éxito. Su gran gestión de reinventarse y adaptarse a los nuevos tiempos, se mantiene fiel a los valores que han dado forma y acompañado a la marca a través de su viaje al éxito. Después de un sinfín de éxitos en casi un siglo de actividad, en 1997 Perugina decidió abrir un museo, la Casa del Cioccolato Perugina, para compartir el inmenso Archivo Histórico-Buitoni Perugina con el público, siempre bajo la tutela de la Superintendencia del patrimonio cultural.
La visita continúa en el interior de la fábrica (si es compatible con el ciclo de producción) y afortunadamente para aquellos con paladar dulce, termina en la Escuela de chocolate Perugina, donde uno puede crear sus propios chocolates. Una manera deliciosa y divertida para apreciar una de las muchas excelencias italianas, otro ejemplo de la artesanía Made in Italy del más alto nivel de calidad. Valores realmente apreciables, no menos que las irresistibles delicias que desde hace más de un siglo Perugina brinda a los italianos y al mundo.