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Piadinas, tilas y panqueques, pero qué sabéis vosotros, bárbaros 

En el corazón de Italia, entre tierras ricas en historia y tradiciones, se esconde un tesoro culinario que los bárbaros no pueden comprender: las piadines, las tigelas y los panigacci. Estas delicias son auténticas obras de arte gastronómicas, custodias de secretos antiguos transmitidos de generación en generación. 

Entre las especialidades regionales italianas que hacen la boca agua, destacan tres delicias culinarias: las piadinas, las tigelle y los panigacci. Estos antiguos tesoros gastronómicos tienen orígenes profundos y diferencias distintivas, que los convierten en delicias únicas en su género. 

Probar estos productos típicos significa sumergirse en la cultura culinaria italiana y descubrir los sabores que cuentan la historia de un territorio.

  

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Piadine, tigelle y panigacci: características y orígenes 

Cada bocado encierra una historia, una tradición y una auténtica experiencia que se desarrolla a través de los sentidos. Descubrimos piadines, tigelle y panigacci, pequeñas obras maestras de panadería. 

Piadine 

Uno de los símbolos gastronómicos de Emilia-Romaña y quizás el más conocido de los tres. Este delicioso pan plano está hecho de harina, agua, manteca de cerdo (o alternativamente aceite de oliva) y sal y se cocina en una placa caliente de metal o piedra refractaria (aunque, tradicionalmente, se cocinaba en una losa de barro llamada «sartén» o «texto»). 

La historia de la piadina se remonta a los antiguos romanos, que ya conocían y apreciaban este tipo de pan. Sin embargo, debemos esperar hasta 1371 para encontrar el testimonio escrito más antiguo de la receta de la piadina en una obra del legado pontificio Anglico de Grimoard.  

Hoy en día, la piadina se ha convertido en una necesidad en las mesas italianas e internacionales, gracias a su versatilidad y la posibilidad de rellenarla con una gran cantidad de ingredientes. Puede rellenar la piadina con embutidos, quesos, verduras frescas, salsas y condimentos sabrosos. El arte consiste en encontrar el equilibrio perfecto entre los gustos, creando una armonía de sabores que se combinan entre sí. Cada bocado de una piadina bien rellena es una explosión de sabor y una celebración de la tradición culinaria romañola.

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Tigelle  

Al avanzar hacia la región de Emilia, nos encontramos con las tilas o crescentine. Estos suaves discos de pan, de origen modenés, se preparan con harina, agua, manteca de cerdo, sal y levadura. La masa se convierte en levadura y crece (a partir de aquí crecientes) y luego se extiende y corta en círculos que se llevan tradicionalmente sobre una tigelleria (placa de terracota o piedra refractaria) o alternativamente en un horno o sartén. 

Una vez listos, estos bollos más gruesos y esponjosos se dividen por la mitad y se rellenan con embutidos, quesos, verduras y salsas, creando una mezcla de sabores extraordinaria.

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Panigacci 

En las pintorescas colinas de Lunigiana, situada entre la Toscana y Liguria, se esconde otro tesoro culinario: los panigacci. Estos deliciosos panes redondos, de sabor único y textura crujiente, representan un manjar tradicional amado por los lugareños y los visitantes. 

Su preparación es un arte antiguo transmitido de generación en generación. Su magia radica en cocinar en un plato de terracota en particular conocido como «texto», calentado a fuego vivo en un horno de leña o en una fogata. La masa, creada con harina, agua y sal, se distribuye entre dos textos superpuestos, creando una especie de pila, a su vez colocada sobre la fuente de calor para cocinar las panecillas desde ambos lados hasta obtener la crujiente deseada. 

Una vez listos, los panecillos de la receta tradicional resultan ser un lienzo en blanco para una variedad de sabrosas combinaciones. Tradicionalmente, se sirven con embutidos y quesos para crear una explosión de sabores. Sin embargo, la creatividad culinaria no tiene límites y también puede disfrutarlos en variantes dulces, acompañados de deliciosas salsas de chocolate o mermeladas. 

El origen de las panaderías es desconocido, pero se cree que nacieron en las colinas de Podenzana y Bolano. En estas tierras, el amor por la tradición y la atención a la calidad de los ingredientes han llevado a la creación de un consorcio de restauradores que se esfuerza por preservar la autenticidad de estos productos. 

Cada bocado de estos crujientes bloques redondos encierra siglos de sabores auténticos, todavía vivos y apreciados. Aquellos que tienen la oportunidad de visitar esta encantadora región, no deben perder la oportunidad de probarlos.

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Piadine, tigelle y panigacci, un viaje experiencial 

Piadine, tigelle y panigacci representan una pieza de la historia culinaria italiana porque encarnan la tradición local y la pasión por la comida de calidad.  

Cada especialidad tiene sus propias características únicas, pero las tres ofrecen una experiencia culinaria inolvidable. Mientras que la piadina es fina e ideal para ser rellenada con sabores intensos, las tigelle son más densas y consistentes, perfectas para disfrutar de la combinación de embutidos y quesos locales. Los panigacci, en cambio, son ligeros y delicados, con un sabor rústico que se combina a la perfección con los condimentos típicos de la región. 

La mejor manera de acercarse a estos tesoros culinarios es abandonar sus ideas preconcebidas y sumergirse en un mundo de autenticidad y sabores sin igual.  Saborear las delicias gastronómicas de Romaña, Emilia y Lunigiana construye una experiencia que involucra a todos los sentidos y enamora de la cocina tradicional y sus especialidades únicas.

Copertina: ilfattoalimentare

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