En esencia, un trullo es un gran cilindro de piedra seca muy gruesa recubierto con un cono de losas calcáreas. El tejado externo y la punta del cono son, normalmente, decorados con símbolos esotéricos de buena fortuna. Originariamente, eran utilizados por pastores y agricultores que eran lejos de su casa y necesitaban un lugar donde guardar sus instrumentos o refugio en caso de mal tiempo; y de hecho los Trulli eran más bien espartanos. Solo algunas -entre ellas las más antiguas- han sobrevivido hasta nuestros tiempos dado que, cuando un trullo está dañado, es más fácil y menos costoso demolerlos y reconstruirlos con sus piezas originales que repararlos.
Estos gruesos muros de piedra son, probablemente, el primer ejemplo histórico de arquitectura sostenible, ya que absorben el calor durante el verano y calientan en las estaciones frías. Su eficiencia es tan alta que no es necesario ningún otro tipo de sistema de climatización. Otro procedente histórico es su modularidad: las familias tradicionalmente construían un trullo adyacente en caso de necesidad, después simplemente creaban un arco en el muro que los dividía. Además, los Trulli tienen la calle abierta para recibir más luz natural. Por otro lado, su propio microclima requiere la limitación de solo una puerta y una pequeña ventana para que circule el aire, que a su vez se utilizan como espejos para reflectar la luz solar que llega a la puerta hacia toda la estancia.