La cerámica vidriada tradicional comenzó como en cualquier otro lugar, por la necesidad de hacer envases de agua y la continúa necesidad de crear utensilios de cocina tales como cuencos, jarras, floreros, etc. Además de los simples objetos del uso cotidiano, en aquella época también se utilizaban hornos para la cocción de la cerámica para crear ornamentales de regalo para los señores de aquella época. Gracias a diversas influencias, oriental y español-morisco, en los talleres artesanos desarrollados en el siglo XV, se amplió la gama de motivos decorativos.
De extrema belleza son también las plazas centrales de la ciudad de Faenza, en las que todavía se imponen palacios medievales y renacentistas y la catedral, la cual conserva la hermosa arca de S. Savino, obra de Benedetto da Maiano. En el antiguo convento de S. Magloriose alberga el rico Museo Internacional de Cerámica, un motivo de orgullo para la ciudad de la Romagna. La exposición permanente del MIC se estructura a través de dos rutas que separan, la sección dedicada a la cerámica antigua, colocadas en los espacios restaurados del antiguo convento; con la sección del siglo XX, que en su lugar se encuentra en la nueva ala construida a finales del siglo pasado. Con esta opción, el museo ha querido destacar la fructífera relación entre los personajes de los distintos estilos y el «hacer la cerámica» a través de los siglos, hasta nuestros días.
El renovado interés en las «artes aplicadas«, estimulado por los acontecimientos de principios de siglo, ha dado paso a un proceso de actualización formal, decorativo y técnico (de la Fábrica Fratelli Minardi, así como la fábrica Achille Calzi y la Zoli y Melandri) que Faenza ha involucrado, además de cerámica, diversos sectores artísticos locales: desde el hierro forjado y mobiliario a la carpintería (como por ejemplo la carpintería Casalini, la cual es famosa por su larga tradición artesana, por sus hábiles talladores, marqueterías y colaboraciones con diferentes artistas).