Todo empezó a principios del 1800, cuando Napoleón decidió establecer un embargo entre el Reino Unido y las áreas bajo control francés, entre ellas la región del Piemonte, donde se encuentra la ciudad de Turín – la cual por aquel entonces podía presumir de una larga y sólida tradición de chocolateros. Sin embargo, entre los principales productos importados por los británicos del Nuevo Mundo a Europa, se encontraba obviamente el cacao que, por su sabor único y novedoso, era obviamente caro y difícil encontrar. De hecho, la industria de la confitería piamontesa ha estado funcionando desde 1559, año en el que Emanuele Filiberto de Saboya se volvió de la paz de Chateau Cambresis con granos de cacao. Así pues, la industria se encontró frente una grave crisis determinada por la falta de materia prima, debido a las limitaciones impuesto por Napoleón. Para poder hacerte una idea de la gravedad de la situación debes saber que tan solo en la ciudad de Turín se trabajaba con 350 kilos al día.
Por aquel entonces Paul Caffarel, un empresario de origen valdense, era el dueño de una fábrica en el distrito de San Donato, donde perfeccionó una máquina que le permitió producir la primera tableta de chocolate: chocolate sólido hecho con mezcla de cacao, agua, azúcar y vainilla. En 1852 el hijo de Caffarel, Isidoro, fusionó la fábrica con la de otro importante sector de la confitería industrial, Michele Prochet.
Así pues, se había creado el gianduiotto (entonces todavía llamado Givo, «colilla» en el dialecto), pero aún debían en cómo darlo a conocer. En ese momento, el carnaval de Turín era bastante conocido en toda Italia y era costumbre que los personajes tradicionales lanzasen dulces tradicionales a la multitud. Consecuentemente, en 1865, durante las celebraciones Caffarel-Prochet decidió confiar en que su Givo los distribuyera el personaje Gianduia, de carácter alegre y muy activo en la vida de la ciudad, a menudo participando en obras de caridad. La decisión, fue muy apreciada y el chocolate quedó asociado directamente con este divertido personaje. Rápidamente, se hizo muy famoso y popular y comenzó a ser llamado por su nombre actual, Gianduiotto. La otra gran novedad introducida por Caffarel fue distribuirlos productos no en las cajas habituales sino individualmente y, por primera vez, envuelto en un papel de oro en la que se representa el famoso personaje. Hoy en día el chocolate Piemontese se produce en todo el mundo en las grandes industrias chocolateras y es conocido como la excelencia culinaria del Made in Italy. Ciertamente, una consecuencia inesperada para el titular, pero de la que sin duda estará agradecido.