La leyenda dice que a la llegada de los monjes a la ciudad, hacia el año 612, el abad fue recibido por los reyes lombardos, y que él y sus compañeros monjes fueron invitados a un almuerzo suntuoso. En esta ocasión se les sirvió varias bebidas con salteado de carnes de caza, pero lo rechazaron diciendo que la carne era demasiado rica para un período de penitencia como la Cuaresma. La reina estaba ofendida, pero el abad consiguió a escabullirse de la desafortunada situación diciendo que solo podían comer carne después de haber sido bendecidos. Entonces el hombre levantó su mano derecha haciendo la señal de la cruz, y luego la comida se transformó repentinamente en palomas de pan blanco, tan blanco como las plumas del ave. La paloma blanca es también un símbolo iconográfico de la santa que siempre se representa con ella en su hombro.
La masa original está hecha de harina, huevos, mantequilla, azúcar y cáscara de naranja confitada y con almendras, ha tomado posteriormente muchas formas y variaciones. Su forma está claramente ligada a la tradición cristiana: esta ave, es un animal que se repite con frecuencia en las escrituras sagradas, tanto en el Antiguo como el Nuevo Testamento. Desde el Arca de Noé hasta la resurrección de Cristo, la paloma representa el Espíritu Santo, la salvación y la esperanza. Aunque esta es una invención reciente, la Colomba ocupa un lugar de honor en la gastronomía italiana, lo que representa un producto de excelencia en las panaderías artesanales. Un pan dulce que es delicado, suave y fragante en el exterior y húmedo en el interior, lo que requiere un proceso de preparación largo y arduo.