Para muchos viajeros italianos y no solo, la Pascua es el momento ideal para descubrir las maravillas de Belpaese. El clima templado invita al viaje y, de norte a sur, son muchísimas las ocasiones para un encuentro con el folclore local, durante una de las muchas celebraciones regionales.
Uno de los eventos más esperados del año en Valtellina son los Pascuales de Bormio, una fiesta antiquísima, que se remonta incluso a la Edad Media, para la que toda la comunidad se prepara con esmero en los meses anteriores.
¿Qué son los Pasquale?
Ya en el siglo XIX se había difundido en Bormio la costumbre de bendecir a los corderos y los barrios del pueblo se retaban a quien decoraba con más fastuosa la camilla en la que se transportaban los animales, colocados sobre suave musgo. A lo largo de los años, los portadores han evolucionado en verdaderas obras de arte, elaboradas y decoradas con detalles.
Hoy los Pascuales de Bormio son, pues, la celebración que hunde sus raíces en la cultura pastoral y rural de esta zona. Los habitantes de los diferentes barrios (Buglio, Combo, Dossiglio, Dossorovina y Maggiore) están llamados a desafiarse en una carrera artística, un poco como sucede en las ciudades que se preparan para el Carnaval a través de la construcción de carros alegóricos. Gracias a la maestría de los bormini cada año toman forma verdaderas obras maestras esculpidas principalmente en madera, adornadas con flores y plantas.
Un aspecto emocionante de la fiesta es sin duda el orgullo con el que los que viven aquí organizan cada detalle, desde la realización de los trajes hasta el cuidado de los homenajes florales.
El Pasquale se realiza en gran secreto y expresa siempre un mensaje de tipo religioso, además de una obra artística. El conjunto de las dos cosas, coherente con el sentido de la Pascua y bien armonizado, será objeto de juicio por parte del jurado encargado de decretar el barrio ganador.
En el corazón de la fiesta
Los «pasqualistas» son los designados para llevar a hombros a los Pasquale: se trata sobre todo de los jóvenes del pueblo, acompañados de mujeres, ancianos y niños, todos vestidos con los trajes típicos de la fiesta.
En la mañana de Pascua, bormini y turistas se reúnen en las calles y la gente acude a todos los rincones para admirar el desfile. Los grupos se preparan: los muchachos llevan la Pascua al hombro, mientras que los otros participantes ofrecen regalos en forma de flores o trabajos artesanales, creados siguiendo las enseñanzas de los ancianos.
Los Pasquale, de diferentes tamaños y pesos, se llevan con gran orgullo. Los adultos hacen desfilar camillas de gran tamaño, verdaderas obras de carpintería e ingeniería, mientras que los niños transportan otras más pequeñas. El desfile parte de vía Roma y llega a la plaza del Kuerc, con las bandas de los barrios y las mujeres, los ancianos y los niños que preceden a los Pasquale.
La fiesta comienza a la llegada a la plaza, al primer toque de la Bajona, la antigua campana símbolo de Bormio cuya llamada se puede escuchar hasta los valles circundantes más lejanos.
Un viaje en los sabores de la montaña
Bormio está inmersa en un paisaje único: montañas, ríos y bosques crean un ambiente rico en biodiversidad, lo que afecta directamente a la cocina local, hecha de materias primas de calidad, sabiamente mezcladas en las recetas que se transmiten de generación en generación.
Participar en la fiesta es una oportunidad para degustar al menos parte del patrimonio culinario de la zona. En las trattorias, en los buenos restaurantes y en los crotti (bodegas naturales con una fuente de aire fresco siempre abierta) se podrán degustar platos de tierra impregnados de historia además de gusto, embutidos y quesos irrepetibles en otros lugares.
Foto: ilgiorno
Entre las especialidades encontramos…
Pizzoccheri della Valtellina: una pasta rústica a base de harina de trigo sarraceno que se ha ganado la denominación IGP. Se sirve con col, patatas, queso Valtellina Casera y mantequilla derretida.
Bresaola: exquisito embutido típico de Valtellina, obtenido de carne de vacuno curada y aromatizada. El corte violín de cabra es muy raro, mientras que el Slinzega ofrece un sabor más fuerte.
Polenta Taragna: una polenta cremosa preparada con harina de trigo sarraceno y harina de maíz, acompañada a menudo de quesos locales y caza.
Sciatt: pequeñas bolas de masa fritas y rellenas de queso fundido.
Taroz: plato característico compuesto por patatas, judías verdes, cebolla, mantequilla y queso.
Chisciol: gran panqueque fino a base de harina de trigo sarraceno y queso Casera filante, típica de la zona de Tirano.
Bisciola: variante montana del panettone, está elaborado exclusivamente con ingredientes locales y enriquecido con frutos secos, pasas, higos secos y miel.
Curnat: son un postre sabroso de la tradición valtellina, preparado con harina, azúcar, mantequilla y huevos, a menudo acompañado de mermelada de frambuesas o arándanos.
Cupeta: es un postre antiguo compuesto de hostias, miel y nueces, originalmente cocinado con motivo de las festividades de algunos santos.
La particular conformación geográfica de Valtellina, con sus escarpadas terrazas expuestas al sol, confiere además a los vinos de la región una calidad distintiva y un carácter único que los hace muy apreciados, tanto a nivel nacional como internacional. Los vinos más exitosos y queridos son los producidos a partir de uvas Nebbiolo, localmente conocidas como Chiavennasca.
Autore: Eleonora Di Mauro
Copertina: ilgiorno