En 1932, mucho antes que cualquier otro país del mundo, Italia inventó el concepto de festival de cine a Venencia, sucesivamente incorporada al interno de la gran organización Biennale. Este festival está aún vivito y coleando y permanece como el evento del arte del cine más ilustre de todo el mundo.
Se compone de diferentes competiciones: el premio general, el premio Horizons por la innovación de rodaje; una selección de películas clásica restauradas y documentales relacionados con el cine; la selección Fuori Concorso que se ocupa de las películas más actuales; una selección reservada a los críticos; y una última selección independiente gestionada por una asociación de autores.
En total, el festival cuenta con otras 130 películas que se proyectan en quince localidades diferentes cada año. Todo esto requiere una atenta planificación por parte de quien desea participar dado que, la ciudad, ya de por si caótica y replete de gente, se convierte aún más difícil de navegar (literalmente) durante el evento. A todo esto, no ayuda el sistema complejo de entradas, ya que a algunos espectáculos solo se puede acceder a ellos por invitación, otros son libres – pero con colas larguísimas- y otros tiene precio diverso dependiendo del horario y el lugar donde se llevan a cabo.
La mejor manera para afrontar el festival es reservar en línea o comprar un abonamiento, una entrada que le permite al visitante acceder a asientos numerados y reservados. Así pues, ¿cuál es el problema? Los precios (una entrada con asiento numerado a las 19.30 en el mejor cine cuesta alrededor de 1.600 €) y la reserva anticipada – los expertos recomiendan reservar al menos dos años antes para tener posibilidades de encontrar entradas libres. La misma historia vale para hoteles –sin embargo muchas personas eligen hospedarse en ciudades vecinas- y restaurantes, entre otros.