A poca distancia de Venecia, de la cual forma parte, Murano es uno de los numerosos centros de la Laguna Veneta, y surge sobre siete islas – entre las cuales dos artificiales – puestas a lo largo del Canal de los Maranes, unidas entre ellas de puentes. Murano une su fama a la producción artesanal de vidrio, de la que se ha convertido a lo largo de los siglos en una de las más importantes representantes no sólo en Italia sino también en el mundo.
Fundada por refugiados en el período de las invasiones bárbaras, como sucedió en el caso de Venecia, también Murano surge en las islas, y hace su aparición por primera vez en un documento que data del 840, a partir del 1171 se incorporó al Sestiere di Santa Croce, gozando también de privilegios y de la posibilidad de dotarse de leyes. En 1295, el gobierno de la ciudad de Venecia – esencialmente por razones de seguridad – decidió la transferencia de los hornos para la producción del vidrio propio a Murano, sancionando su futura suerte. Los famosos maestros de vidrio venecianos, por lo tanto, fueron obligados a residir en Murano, y no podían dejar la ciudad y no gracias a un permiso especial, sino que se les permitía casarse con las hijas de las familias pertenecientes a la nobleza. Además, podían contar con un «servidor» y un «servidor», que ofrecían su asistencia en las fases de fabricación del vidrio.
El precioso mundo de la producción del vidrio representa, aún hoy, la principal actividad de los muraneses, testimoniada por numerosos laboratorios y talleres disparados en el centro habitado, donde es posible descubrir las técnicas del soplado del vidrio. No por casualidad, el camino más fascinante de Murano es la Fundación de los Vetrai, a lo largo de cuyo trazado se abre la mayor parte de las tiendas.
En Murano está presente la basílica de Santa María y San Donato, una de las más antiguas de toda la laguna, con el espléndido mosaico de la Virgen orante, además de la iglesia de San Pedro Mártir, que data de 1348, que conserva dos cuadros de Giovanni Bellini y uno atribuido al Tintoretto. Hay que ver también los restos de las iglesias de San Maffio y Santo Stefano, mientras que la iglesia de Santa Chiara, fundada alrededor de 1231, ha sido reconvertida en un espacio dedicado a la información sobre la elaboración artesanal del vidrio.
Por supuesto, Murano alberga un Museo del Vidrio, equipado dentro del Palacio Giustinian, nacido por iniciativa del abad Vincenzo Zanetti. El recorrido museal comprende más de cuatro mil manufacturas de vidrio, a partir de objetos de fabricación fenicia, hasta espejos, lentes y, también, un candelabro de extraordinario peso de trescientas treinta kilos. También hay que ver el Palacio da Mula, construido en estilo gótico sobre los cimientos del Gran Canal de Murano, que hoy alberga el Ayuntamiento de Murano, y el Faro de Murano. El edificio, de forma cilíndrica, fue construido – sobre una antigua estructura medieval de madera – para proyectar su luz en la dirección de la Bocca di Porto del Lido.
Foto de portada: voiceofgold